Valeria Rocha y Abigail Bolaños.

Como hemos comentado en otras ocasiones, la sexualidad actualmente ha tomado un papel importante en la vida de muchas personas y en la sociedad. Al igual que todo, siempre hay cambios, más información, menos tabúes, y en general, la humanidad evoluciona (o al menos eso creemos), no por nada la revolución sexual que ha habido desde los años 60.

Sin embargo, hay ciertos aspectos, en este caso, de la sexualidad, que deben ser cuestionados y analizados desde una perspectiva feminista

¿Por qué es importante este análisis?

Nos han vendido la idea de que la pornografía es una de las maneras en las que podemos expresar libremente nuestra sexualidad, así como se ha convertido en una forma de recibir placer “sin estar involucradas/os” en el acto como tal; dandole a esto una mirada “progresista” con la falsa idea de “liberación sexual” o con el famoso mito de la “libre elección”. Aunque estos dos conceptos son importantes y merecen un espacio particular, no nos enfocaremos de lleno en esta ocasión.

Ana de Miguel (2021), nos da herramientas de análisis sobre el tema con diferentes puntos: 

  • La pornografía como cultura de la violación: donde se muestran relaciones sexuales a base de insultos, humillaciones, penetraciones en grupo, golpes, etc. – La sexualización de la infancia: en este sentido, la protagonista se muestra sin un vello en todo el cuerpo, al igual que el cuerpo de una niña, el cual la autora lo llama “pedofilización de la pornografía”. 
  • La erotización de la violencia: que va de la mano con el primer punto, pues siempre se muestra a la protagonista en una práctica la cual no está disfrutando, al contrario, que está sufriendo; mientras a él lo muestran pasando un buen rato, erotizando el desprecio y la violencia. 

El placer sexual masculino es prioridad en estos vídeos, y está construido de manera que la excitación y la satisfacción sexual son sinónimos de abuso. Dentro de esto, la cosificación de la mujer toma un rol relevante, pues ellas son vistas únicamente como objeto que existe para darle placer al otro, reproduciendo (nuevamente) estructuras de poder, convirtiéndose en violencia sexual.

Recordemos que la socialización masculina les ha enseñado a relacionarse con nosotras (y con el mundo) a base de abusos y dominación. No es casualidad que a nosotras nos quieran adoctrinar con la idea de que todo lo que muestra la pornografía es la única forma en la que debemos tener relaciones sexuales.

Mejor hay que cuestionarnos, ¿por qué creemos que nos produce placer que nos peguen en el acto?, ¿por qué creemos que el que ns ahorquen es sinónimo de placer sexual?, ¿por qué creemos que no tener vello durante un encuentro sexual es higiénico?.

Con estos cuestionamientos decimos «creemos«, porque es lo que nos han hecho creer que nos gusta, es lo que nos han hecho creer que así debe ser el sexo y es lo que nos ha vendido la industria del porno como verdad absoluta. 

Porque en la pornografía no hay nada que pueda hacerse a una mujer que la castigue lo suficiente por ser mujer. Y la naturaleza misma de su ser es que obtiene placer sexual al ser castigada. No tienes que pedir ser una chica mala, vives bajo la supremacía masculina: eres mala. Eres mujer; lo que es odioso en ti (en ti, definiéndote) es el motivo que los varones tienen para lastimarte

Andrea Dworkin.

Y es que, la pornografía va mucho más de la cosificación de las mujeres, influyendo de manera directa e indirecta en la autopercepción de las mismas. No solo la pornografía afecta la psique de los hombres y la forma en la que nos perciben, sino la forma en la que nosotras nos concebimos como seres sexuados; imitando y condicionándonos a lo que no es más que violencia dirigida exclusivamente a nosotras. 

Esto, sumado a la exigencia patriarcal de cumplir con estándares de belleza al gusto y preferencia de los hombres, evidentemente afecta las decisiones que podamos tomar en cuanto a nuestro físico, adaptándonos a modelos que difícilmente podemos cumplir; desde dietas extremas, hasta cirugías plásticas, en donde varias de ellas incluyen los genitales, buscando tener senos grandes, firmes, cinturas pequeñas, genitales completamente depilados, glúteos grandes, vulvas rosas, vaginas “apretadas” y un sin fin de procedimientos médicos y quirúrgicos, que sin titubear muchos de estos estándares de la pornografía están relacionados a la pedofilia el uso de rasgos característicos de las niñas.

Adicionalmente, ver pornografía y autosatisfacerse al mismo tiempo, crea una adicción como la de las drogas, lo que distorciona la percepción de la persona sobre la sexualidad. También entrena la mente para esperar satisfacción sexual por encargo y a continuamente buscar contenido más explícito y violento para crear el mismo efecto. 

La pornografía; explotación sexual y trata de personas.

La trata de personas es una forma de esclavitud moderna. Hoy en día, más de 27 millones de personas son esclavizadas en todo el mundo. La magnitud del problema es difícil de estimar, pues la trata de personas es un delito oculto, por lo que es difícil generar estadísticas precisas sobre los casos de trata.

  • Cada segundo, 28,258 usuarios de internet están viendo pornografía
  • Entre los y las jóvenes, alrededor del 67% de los hombres y 49% de las mujeres creen que ver pornografía es aceptable
  • La industria de la pornografía tiene un valor de $97 billones alrededor del mundo, la pornografía infantil tiene un valor de $3 billones. 
  • La pornografía infantil es uno de los negocios de más rápido crecimiento en línea.
  • Adicionalmente, el Simposio para la Dignidad Humana, Esclavitud y Tráfico Sexual, reportó: 

-El 89% de la pornografía viene de Estados Unidos. 

-Cada día son puestos en línea 260 nuevos sitios

-El 20% de las búsquedas en internet están relacionadas con pornografía

-Entre 66% y 90% de las mujeres involucradas en la pornografía fueron abusadas sexualmente cuando eran niñas. 

Algunas víctimas son secuestradas, otras son personas que escaparon de su situación o que buscan salir de la pobreza y otras son vendidas por sus familias, muchas veces en la pobreza extrema.

Otras veces, las víctimas caen en la trata por buscar aceptación, una relación amorosa, empleo o una mejor vida. Hay muchos factores que contribuyen a la tragedia de la trata de personas, uno muy importante es la pornografía la cual es el enfoque de este módulo.

Y aunque la mujer esté por “decisión”, el mito del libre albedrío en este medio ya se ha demostrado que no es más que el sistema orillándonos a acceder a “trabajos” que no son trabajos, sino explotación, ya que involucra la violación de nuestros derechos, integridad y seguridad.

The Freedom Youth Project Foundation (Fundación para el Proyecto de la Libertad Juvenil – www.freedomyouthproject.org) reporta que miles de niños, niñas y jóvenes son forzados a hacer películas pornográficas.

Las personas que son adictas a la pornografía eventualmente pierden la satisfacción al sólo ver los encuentros sexuales y buscan encuentros con personas traficadas. Un estimado de 40% a 80% de consumidores de pornografía infantil abusan de un niño o niña. 

La pornografía genera la demanda de tráfico sexual porque como Catherine Mackinon, profesora en la Escuela de Leyes de Harvard, dice “consumir pornografía es una experiencia de sexo comprado” y por ende crea hambre de continuar comprando, deshumanizando, y actuando lo que se ha visto. 

Y en un sentido muy literal, la pornografía es publicidad para el tráfico, no sólo en general sino también porque los traficantes y proxenetas utilizan imágenes pornográficas de las víctimas para promocionar sus “productos.”

La pornografía se incluye porque la única diferencia que tiene con otras formas de prostitución es que es filmada. Involucra el pago para obtener acceso sexual a muchachas y mujeres.

Sheyla Jeffreys.

La industria del sexo no produce ganancias simplemente para los burdeles y los dueños de clubes de strippers y novedosas y respetables empresas de pornografía. Muchos actores se benefician económicamente, lo cual ayuda a afianzar la prostitución dentro de las economías nacionales (Poulin, 2005). 

Entre otros beneficiarios, dos compañías de whisky, Chivas Regal y Johnnie Walker, han sido identificadas como compañías que obtienen ganancias de la actividad prostibularia en Tailandia, por ejemplo.

Y como menciona Jeffreys; el fundamento de la industria es el uso sexual de niñas y mujeres jóvenes vulnerabilizadas por la falta de hogar, por antecedentes de abuso sexual o por la trata. Pero ellas, que son la parte más perjudicada, no reciben las ganancias de la industria.

Lo que es aún más alarmante es la mutación de este negocio y cómo va innovando y adaptándose a la necesidades de demanda, ya que en los últimos años, investigaciones de Internet Watch Foundation también ha revelado una tendencia en la creación de “contenido de abuso sexual infantil autogenerado”.

Siendo los casos de abuso sexual infantil autogenerado los que involucran “niñas y niños que son manipulados, engañados o extorsionados para producir y compartir una imagen o video sexual de ellos mismos”, que luego se cargan y distribuyen a través de sitios de pornografía.

El feminismo y la pornografía.

Por otro lado, hay quienes dirán: “ya existe la pornografía que sostiene relaciones equitativas y justas para sus actrices”. Sin embargo, hay que tener mucho ojo con esto. El feminismo liberal ha intentado “reivindicar” la pornografía, incluso llamándola “pornografía feminista” o “pornografía ética” mencionando que mientras exista consentimiento de todas las partes, el problema desaparece, este es otro mito muy grande que el patriarcado nos ha hecho creer. 

Los argumentos que justifican la pornografía (los cuales se enfocan en los deseos de las mujeres), saca del centro del debate a la pornografía como educadora en la erotización de la violencia sexual, y muestra un problema social como si realmente fuera una cuestión individual, es decir, se invisibiliza la pornografía como mecanismo de reproducción del patriarcado. (De Miguel, 2015) 

A mediados de los años ochenta, la oposición del feminismo a la pornografía estaba en su punto más alto y era una fuerte motivación para el movimiento de liberación femenina. Esta oposición se desarrolló en respuesta a la censura de la pornografía que tuvo lugar en la llamada revolución sexual de los años sesenta y setenta (Jeffreys,1990/91).

Sostenían que la pornografía era el ADN de la dominación masculina, y Kathleen Barry la describía como propaganda del desprecio hacia las mujeres (Barry, 1979). Era vista como violencia contra la mujer por lo que se hacía a las jóvenes y a las mujeres, y se creía que conducía a los hombres hacia la violencia sexual, enseñándoles a ver a las mujeres como personas que disfrutaban y merecían ese abuso (Dworkin, 1981).

En la realidad material, la pornografía es una de las tantas maneras en que las mujeres y los niños son vendidos y comprados para uso sexual. Para hacer la gran masa de los productos de la industria, como la pornografía visual, se alquilan mujeres, jóvenes y algunos hombres reales y se los usa para actos sexuales que se pueden comercializar. En sus resultados materiales, esta gente es transportada y vendida para el uso sexual del comprador.

MacKinnon, 2006.

Cuando analizamos la pornografía, es que podemos rastrear su uso en el abuso sexual de generaciones anteriores. Podemos tomar generaciones de mujeres: niñas, jóvenes, madres, abuelas.

La pornografía consiste en castigarnos hasta el punto de la aniquilación por ser mujeres, y tanto la derecha como la izquierda tienen un papel que desempeñar en la protección de la pornografía. Como dice Dowrkintanto la derecha, como la izquierda, se dan la mano en el burdel”.

Al buscar la abolición de todos los tipos de violencia a los que hemos estado sometidas históricamente, se nos ha etiquetado de conservadoras y/o antiderechos, sin embargo, debemos estar bien atentas con lo que defendemos a capa y espada en nombre de “libertad sexual”. 

Ser críticas del sistema y de su modus operandi una forma de rebelión. 

Referencias
De Miguel, Ana. (2021). Sobre la pornografía y la educación sexual: ¿puede «el sexo»
legitimar la humillación y la violencia?. Gaceta Sanitaria: Sociedad española de salud
pública y administración sanitaria.
De Miguel, A. (2015). Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección. Madrid:
Cátedra.

Sheila Jeffreys. The industrial vagina. The political economy of the global sex trade, Routledge (Taylor & Francis Group), London and New York, 2009

Acerca del autor

Abigail Bolaños
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Comunicadora inconforme, activista feminista y escritora de sueños.

Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación y especialista en capacitación. Me encanta estudiar teoría feminista y luchar colectivamente por una vida digna para todas las mujeres. Dentro de mis varios trabajos, coordino Entérate Mujer, imparto talleres para distintas organizaciones y gestiono proyectos sociales que promueven los DDHH, la educación, así como la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres.

Valeria Rocha
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Psicóloga apasionada en temas sobre sexualidad y neuropsicología con perspectiva feminista. Busca poner su "granito de arena" promoviendo la salud mental y el bienestar emocional.

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