La lesbofobia es el odio, rechazo, discriminación o desconfianza tanto a lesbianas y mujeres bisexuales como hacia las mujeres que tienen relaciones románticas, sexuales o sexo afectivas con otras mujeres.

Comúnmente se cae en el error de definir la violencia hacia mujeres lesbianas y bisexuales – que se están relacionando con mujeres– como homofobia; sin embargo, las mujeres en cuestión no solo sufren de violencia por su orientación sexual, sino que también son víctimas de la misoginia estructural de este mundo patriarcal.

Es de suma importancia entender que las lesbianas y bisexuales, aparte de ser discriminadas por su orientación sexual, viven en un país donde entre diez y once mujeres al día son víctimas de feminicidio (Barragán, 2023), donde la prostitución esta legalizada –pero el aborto no– y cientos de mujeres son víctimas de trata y violencia familiar; por lo que la palabra homofobia no es precisa para describir todo lo que implica la violencia a las lesbianas.

Si bien diversas fuentes generalizan la homofobia como la violencia al grupo lgb (lesbianas, gays y bisexuales), se propone hacer la distinción puntual de homofobia tratándose de la discriminación por orientación sexual a hombres y lesbofobia cuando es hacia mujeres.

Frente a la resistencia de la sociedad para aceptar y entender que existen personas que desean relacionarse de forma sexo afectiva con parejas de su mismo sexo, a lo largo de la historia se han llevado a cabo prácticas para “corregir” la orientación sexual, a lo que se le denomina “terapia de conversión”. Estas “terapias «pueden incluir privación ilegal de la libertad, violencia verbal y amenazas, uso forzado de medicamentos, violación correctiva, terapias de aversión, electroshocks y/o exorcismos.

Es difícil rastrear el inicio y trayectoria de estas prácticas; no obstante, se estima que las primeras terapias de conversión fueron realizadas por los nazis en los años 50. Se mostraba contenido audiovisual de relaciones entre personas del mismo sexo a las víctimas mientras se les sometía a descargas eléctricas para obligar a su cerebro a asociar las relaciones homosexuales y lésbicas con el dolor.

En la década de los 70, en Estados Unidos, un movimiento evangelista tomó fuerza, expandiéndose a todo el mundo hasta el punto de alertar a la ONU y otras ONG. Se estima que esa fue la década en la que llegó a México.

El término «violación correctiva” se refiere a la práctica en la que “hombres violan a mujeres que suponen son lesbianas con pretexto de tratar de curar de homosexualidad a sus víctimas” (UNFE). Si bien esta fue una práctica que inició en los centros de conversión, hoy en día cientos de mujeres lesbianas y bisexuales son violadas por relacionarse con mujeres.

Cuando un hombre sobrepasa tus limites, te toca o mantiene relaciones sexuales contigo sin tu consentimiento y hace comentarios relacionados con tu orientación sexual, no solo se habla de una violación, ya que no es solo una trasgresión por el hecho de ser mujer, es específicamente por ser lesbiana o bisexual.

Las violaciones correctivas no se nombran porque las lesbianas, incluso en grupos de diversidades sexuales, son invisibilizadas. En consecuencia, no existe ningún registro del porcentaje de violaciones que son perpetuadas a lesbianas o mujeres bisexuales en México.

Comentarios por parte de hombres como “me sube el autoestima que mi novia, pudiendo estar con mujeres, este conmigo”, “eres muy bonita para ser lesbiana”, entre otras, que nacen de pensamientos androcentristas y personas que no conciben que una mujer no quiera relacionarse en ningún aspecto con un hombre son sumamente lesbofóbicos.

Por otro lado, el coitocentrismo,que es “la creencia de que las relaciones sexuales completas son aquellas en las que existe penetración” (ACIMUT, 2021), es otra forma de violencia lesbofóbica que invalida la experiencia sexual entre mujeres.

Es urgente que no solo se nombre y se registre esta forma de violencia, sino que también debemos hablar entre nosotras para reafirmar que no estamos solas y, desgraciadamente, tú caso no es aislado.

La violencia sexual en mujeres no heterosexuales suele llegar a ser una consecuencia de la lesbofobia. Debe reconocerse que la violencia que implica la lesbofobia no solo se limita en la orientación sexual, sino que también se entrelaza con la misoginia estructural. La distinción entre homofobia y lesbofobia se vuelve crucial para comprender la complejidad de las experiencias de las mujeres. La sociedad debe unirse para desafiar estos patrones y abogar por un cambio interdisciplinario que promueva la seguridad para todas las mujeres.

Referencias:

ACIMUT. (10 de febrero de 2021). ¿Has oído hablar del coitocentrismo?. ACIMUT BLOG.
Recuperado de: https://acimutpsicologia.com/blog/1655/has-oido-hablar-del-coitocentrismo/

Modii. (s.f.). Lesbofobia. Recuperado de: https://modii.org/lesbofobia/
LIBRES & IGUALES NACIONES UNIDAD (s.f.) Violencia contra las personas lesbianas, gay,
bisexuales y transgénero. UNITED NATIONS HUMAN RIGHTS. Recuperado de:
https://www.unfe.org/wp-content/uploads/2018/10/Violence-ES.pdf
Barragán A. (24, noviembre, 2023). Más de 3.000 asesinadas al año en México: la violencia
contra las mujeres se ceba con lasmás jóvenes. El País. Recuperado de:

https://elpais.com/mexico/2023-11-25/la-violencia-contra-las-mujeres-se-ceba-con-las-mas-jovenes-en-mexico-mas-de-3000-asesinadas-al-ano.html

Acerca del autor

Sabrina Martínez
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Futura abogada, defensora de los derechos de las mujeres y niñas, enamorada de la investigación y las letras. Sigo cuestionándome y procuro vivir cada esfera de mi vida desde el feminismo, ya que confío plenamente en la lucha de las mujeres y su inminente liberación.

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Futura abogada, defensora de los derechos de las mujeres y niñas, enamorada de la investigación y las letras. Sigo cuestionándome y procuro vivir cada esfera de mi vida desde el feminismo, ya que confío plenamente en la lucha de las mujeres y su inminente liberación.

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