Abigail Bolaños.
Las fiestas de Halloween tienen gran popularidad en todo el mundo, y aunque en esta festividad el objetivo del disfraz no siempre es que cause “terror”; sí hay varios aspectos que debemos cuestionar a la hora de buscar a quién o qué caracterizar, por lo que aquí te compartimos una lista de aquellos “disfraces” que en realidad ponen en evidencia la misoginia, clasismo y racismo que tenemos interiorizada.
Profesiones sexualizadas.
Sin duda la hipersexualización de las mujeres ya es un tema que venimos cuestionando a raíz de la fama que ha tenido Only Fans y diversas tendencias en redes sociales. Y aunque Halloween se presta para la hipersexualización de cualquier cosa de la que nos queramos disfrazar; la sexualización de las profesiones afecta de manera significativa el trabajo diario de las mujeres que la ejercen, cosificándolas como objetos sexuales, así como abonando a la cultura pornográfica que ha estereotipado por décadas ciertas profesiones y a las estudiantes (como los disfraces de colegiala) a través de la pedofilia.
Mientras la mayoría de los disfraces de hombres están enfocados en héroes, personajes importantes/protagónicos, los nuestros se reducen cada año a lo mismo: cualquier concepto pero «sexy».
Black Face y caracterización de otras nacionalidades o culturas.
Los diversos colores de piel, vestimentas de otras culturas y/o etnias no son un disfraz. Detrás de cada etnia o comunidad, hay una fuerte historia de lucha y resistencia contra el racismo y la colonización, por lo que cualquier tipo de apropiación es una falta de respeto (y más si es usado por “diversión”).
Aquí entran los estereotipos de diversas nacionalidades (asiáticas, afrodescendientes, etnias, pueblos indígenas, subculturas, etc). No importa qué tono de piel “se represente”, al pintarse la cara o partes del cuerpo de un color que no es el propio y/o “caracterizar” lo antes mencionado; se considera un acto racista.
Alusión de la cultura del narcotráfico.
Celebrar y enaltecer todo lo relacionado a la cultura del narcotráfico es aceptar todo lo que hay detrás de la misma; feminicidios, explotación, secuestros, violencia extrema y el desplazamiento de comunidades indígenas en las sierras de distintas zonas de México para su beneficio (y en donde generalmente estas mismas comunidades son orilladas a colaborar con mano de obra).
Por lo menos en México, esta cultura ya está tan normalizada y aceptada que olvidamos o no somos conscientes de que gran parte de la violencia que sufrimos es debido al narcotráfico, sin embargo nos siguen pareciendo simpáticas las fiestas con temática «buchona» y los narcocorridos en donde describen a la perfección los crímenes cometidos.
Miembros de regímenes genocidas.
El nazismo, el Ku Klux Klan, todos aquellos regímenes, sectas y personajes genocidas fueron victimarios de miles de personas, en donde volvemos al mismo punto; la violencia ni las víctimas son graciosos. Seguir aceptando la normalización de estas personas nos hace cómplices de la violencia y poca empatía hacia las víctimas.
Enfermas y enfermos mentales.
La estigmatización de las personas con enfermedades mentales, las y los vuelve vulnerables a sufrir violencia en distintas esferas de su vida, así como fomentar la desinformación referente a la salud mental.
Esto no solo afecta a las personas con padecimientos mentales (desde los más comunes como la depresión y ansiedad, a los más severos), sino que la salud mental regresa a ser un tabú en donde las personas por miedo a ser tachadas de “locas” prefieren no recibir atención profesional e incluso impiden a las y los menores de edad acceder a ella.
A pesar de que se requiere tener consciencia social para identificar por qué no es apropiado utilizar cualquiera de los puntos anteriores como disfraz, es necesario que dejemos de normalizar la aceptación de la violencia que vivimos a diario.
El dolor y el sufrimiento de las víctimas de cualquier violencia no es divertido, ni digno de enaltecer o celebrar. No debería sernos indiferente la injusticia, la explotación, el racismo, clasismo, misoginia o cualquier discurso de odio que atente contra la vida y libertad de las personas, aunque sea Halloween.
¿Tú qué opinas? Cuéntame en los comentarios tus reflexiones.
¡Nos leemos pronto!
Acerca del autor
Abigail Bolaños
Comunicadora inconforme, activista feminista y escritora de sueños.
Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación y especialista en capacitación. Me encanta estudiar teoría feminista y luchar colectivamente por una vida digna para todas las mujeres. Dentro de mis varios trabajos, coordino Entérate Mujer, imparto talleres para distintas organizaciones y gestiono proyectos sociales que promueven los DDHH, la educación, así como la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres.