Valeria Rocha.
Octubre, mes que mucha gente espera para disfrazarse, salir de fiesta, escuchar historias de terror, mientras niñas y niños salen a las calles a pedir dulces y hacer travesuras; la esperada “Noche de Brujas”. Esta celebración, tiene un origen celta que se celebra la noche del 31 de octubre, en países anglosajones como Canadá, Estados Unidos, Irlanda o Reino Unido, sin embargo, se ha extendido a otros países como México.
En el Siglo VII, de acuerdo con National Geographic (2022) se decretó el 1 de noviembre “el día de Todos los Santos” para honrar a todos aquellos mártires que habían dado su vida por su fe, el cual celebraban con hogueras, disfraces y desfiles, pero comenzó a llamarse la “Víspera de Todos los Santos”, en inglés All Hallow ́s Eve, que terminó derivando en “Halloween”.
Sin embargo, remontémonos un poco al Siglo XIV – XVII, donde la sociedad europea sufre una importante transformación desde diferentes ámbitos: político, religioso, tecnico y social. Aunque muchas tenemos en cuenta varios acontecimientos de esta época, existe otra parte oculta que debemos conocer muy bien, pues habla de nuestra historia y antecedentes como mujeres. ¿Qué pasó con las mujeres en aquella época? ¿Por qué luchaban? ¿Quiénes eran?
Muchas de esas mujeres compartían características y comportamientos que se alejaban o desafiaban el modelo patriarcal, como ser viudas o solteras, vivir solas o con otras mujeres, no tener hijos ni hijas, ser líderes en la comunidad, cuestionar la fe católica, mantener relaciones afectivas o sexuales con otras mujeres, defender prácticas de autonomía sobre la sexualidad femenina, prácticas de masturbación, abortos o incluso realizar actividades lúdicas y recreativas por fuera de las permitidas, entre otras prácticas, en contextos donde el concepto de la intimidad aún no existía y este tipo de prácticas eran leídas como amenazas al orden social. (Acosta & González, 2019).
Sin embargo, la Iglesia y el Estado asociaba este tipo de características con magia, hechizos, conjuros, orgías y pactos con el diablo, razón por la cual fueron juzgadas y asesinadas miles de ellas. De acuerdo con Ehrenreich & English (2006) “a mediados del siglo XVI, en Francia y algunas ciudades alemanas, las ejecuciones alcanzaron un promedio de 600 anuales, aproximadamente dos diarias.
En la región de Wertzberg, 900 brujas murieron en la hoguera en un solo año y otras 1.000 fueron quemadas en los alrededores”. El 85% de todos los condenados a muerte eran mujeres: viejas, jóvenes, y niñas.
En general, se les acusaba de tres “delitos”: de todos los crímenes sexuales concebibles en
contra de los hombres, sobre ellas pesaba la de poseer una sexualidad femenina, La Iglesia
asociaba a la mujer al sexo y condenaba todo placer sexual, considerando que éste solo
podía proceder del demonio.
Se suponía que las brujas habían experimentado por primera vez el placer sexual copulando con el demonio y luego contagiaban a su vez el pecado a los hombres. En segundo lugar, de estar organizadas, pues cada cierto tiempo se reunían para aprender e investigar sobre medicina con los recursos que tenían en la época. Y la tercera acusación principal, era que tenían poderes mágicos sobre la salud, que podían provocar el mal, pero también que tenían la capacidad de curar.
Sin embargo, ahora sabemos que las llamadas “brujas” realmente fueron las primeras médicas y anatomistas de la historia occidental. Sabían procurar abortos y actuaban como enfermeras y consejeras. Las mujeres fueron las primeras farmacólogas con sus cultivos de hierbas medicinales, los secretos de cuyo uso se transmitían de unas a otras.
Y fueron también parteras que iban de casa en casa y de pueblo en pueblo. Durante siglos las mujeres fueron médicas sin título; excluidas de los libros y la ciencia oficial, aprendían unas
de otras y se transmitían sus experiencias entre vecinas o de madre a hija.
Los métodos utilizados por dichas mujeres, representaban una amenaza tan grande (al menos para la Iglesia católica) como los resultados que obtenían, porque en efecto, las brujas eran personas empíricas: confiaban más en sus sentidos que en la fe o en la doctrina; creían en la experimentación, y en la relación entre causa y efecto. No tenían una actitud religiosa pasiva, sino activamente indagadora.
Confiaban en su propia capacidad para encontrar formas de actuar sobre las enfermedades, los embarazos y los partos, ya sea mediante medicamentos o con prácticas mágicas. En resumen, su magia era la ciencia de su época. La caza de brujas no fue ni una orgía de linchamientos ni un suicidio colectivo de mujeres histéricas, sino que siguió procedimientos bien regulados y respaldados por la ley.
Fueron campañas organizadas, iniciadas, financiadas y ejecutadas por la Iglesia y el Estado. Por los inquisidores, tanto católicos como protestantes. Una vez más, podemos analizar cómo hemos sido silenciadas por siglos, que se nos prohibió compartir saberes entre mujeres, que se nos juzgó injustamente por ideologías religiosas y que nuestra historia ha permanecido oculta. Sin embargo, “la cacería de brujas” continúa en pleno Siglo XXI, pues aún tenemos que luchar por tantos derechos y tantas cosas que nos han quitado.
Es importante reflexionar sobre las problemáticas en las que estamos involucradas en la actualidad, pues es una realidad a la que debemos prestar atención. Ampliemos nuestro cuestionamiento y sigamos con la lucha.
Y tú, ¿Qué cacería de brujas actual identificas?
Conocer nuestra historia es una manera de retomar la lucha de nuevo.
Barbara Ehrenreich & Deirdre English
Referencias
Acosta, Valeria., & González, Diana Marcela. (2019). Las brujas como subjetividad
política y reivindicación feminista. Revista Trabajo Social, (24-25), 63–83.
Ehrenreich, Barbara., & Deirdre, English. (2006). Brujas, parteras y enfermeras: una
historia de sanadoras. Editorial La Sal, Barcelona, España.
Fundación UNAM. (29 de octubre de 2015). Halloween, la víspera de todos los
santos. Fundación UNAM.
National Geographic. (04 de octubre de 2022). Halloween: disfraces, historia, mitos y
mucho más. National Geographic.
Acerca del autor
Valeria Rocha
Psicóloga apasionada en temas sobre sexualidad y neuropsicología con perspectiva feminista. Busca poner su "granito de arena" promoviendo la salud mental y el bienestar emocional.