Por Gabriela Carrasco.

La alimentación cumple un rol importantísimo en la supervivencia humana, no solo por ser una necesidad biológica, sino también social, para comprender la importancia de relacionarnos sanamente con la comida hay que entender dos perspectivas, la primera tiene que ver con el significado que le atribuimos al consumo de uno u otro alimento, según las investigaciones de psicología social alimentaria, “los consumidores deben ser conscientes de que las normas de género pueden afectar nuestras elecciones de comestibles” (Luke Zhu, citado por Danielle Paquette, 2015).

Es decir que los roles y estereotipos de género de cada cultura influyen directamente en los alimentos que elegimos, en el mismo artículo mencionan como el consumo de grandes cantidades de comida chatarra o carbohidratos se asocia a la masculinidad mientras que el consumo de alimentos saludables como frutas verduras y cereales está asociado a la feminidad, tanta es su influencia que la comunidad publicitaria se ha apropiado de estas diferencias culturales para reforzar el consumo de uno u otro alimento, como por ejemplo; mientras que el yogurt bajo en calorías tiene una apariencia notablemente femenina, el consumo de carnes o comida rápida tiene evidentemente una significación psicológica masculina.

Si bien es cierto estas reglas publicitarias son más profundas y dañinas socialmente, cada persona tiene la libertad de elegir qué tipo de comida consumir, las personas más apegadas a roles o creencias más conservadoras tendrán más probabilidad de consumir alimentos pocos saludables (Danielle Paquette, 2015).

El segundo punto tiene que ver con entender la relación que tenemos con nuestro cuerpo para consumir o no consumir un tipo específico de alimento. Tomando en cuenta el estudio de Lopez, Martinez y Aguilera et.al., (2011), las mujeres tienen mayor probabilidad de obesidad, no necesariamente por la mala elección de alimentos sino debido a la expectativa social de belleza a cumplir en relación a su corporalidad.

Ésta ambivalencia entre la delgadez como símbolo de belleza y la obesidad como fobia, pone a las mujeres y adolescentes a escoger su alimentación basada en dietas que son insostenibles, donde muchas veces la ansiedad y la culpa son el ingrediente principal para terminar en atracones que resultan en súbitas subidas de peso o problemas en la conducta alimentaria, y en cualquier caso es importante recibir apoyo de un profesional en nutrición y psicología si observas cambios importantes en tu conducta alimentaria.

Por lo que, mantener una relación saludable con la comida significa no solo escoger alimentos saludables, sino también desestimar las reglas y roles de género que derivan de nuestra cultura y atreverse a comer por placer y amor propio.

Ideas de una relación alimenticia saludable

  • Elegir alimentos por la propia motivación o gusto personal de sabores.
  • Observar que alimentos rechazo o acepto y están directamente relacionados a un estereotipo o rol de género.
  • Entender las señales corporales respecto a emociones como la ansiedad, la rabia y la tristeza y como se reflejan en mi alimentación.
  • No pretender ajustar la alimentación para encajar a un tipo de corporalidad ya sea en su forma, talla o peso, entendiendo que cada cuerpo es diverso y cambiante.
  • Atreverse a probar tipos de alimentos o combinaciones distintas a las que acostumbro día con día para evitar las rutinas alimenticias y la fatiga.

  • Escuchar al cuerpo cuando ha sido muy poca o demasiada comida.
  • Elaborar rutinas y horarios específicos para alimentarse y así prevenir enfermedades a corto y largo plazo.
  • Evitar ayunos o dietas que pongan en riesgo o deterioren tu salud.
  • Rompe el estereotipo de la culpa, la alimentación debe ser un acto de placer y satisfacción personal no una tortura.
  • Aceptar y disfrutar tu cuerpo es el primer paso para construir, amor propio.

Referencias.

  • López-Espinoza, Antonio, Martínez Moreno, Alma Gabriela, Aguilera Cervantes, Virginia Gabriela, de la Torre-Ibarra, Carolina, Cárdenas-Villalvazo, Asucena, Valdés Miramontes, Elia, Macías Macías, Alejandro, Santoyo Telles, Felipe, & Barragán Carmona, María del Carmen. (2011). Género, Interacción Social y Consumo de Alimento: «El Efecto Eva». Revista mexicana de trastornos alimentarios, 2(1), 10-23. Recuperado en 08 de mayo de 2021, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007- 15232011000100002&lng=es&tlng=es.
  • Colette, J. (2009). Sex differences in food preferences of Hadza Hunter-Gatherers evolutionary. Psychology, 7, 601-616.  [ Links ]
  • Danielle Paquette, 15 de septiembre de 2015, Por qué los hombres y las mujeres tratan los alimentos de manera diferente, The Whashington post. Recuperado de: https://www.washingtonpost.com/news/wonk/wp/2015/09/15/why-men-and-women- treat-food-differently/

Acerca del autor

GC
Gabriela Carrasco
Psicóloga | + posts

Originaria de Ecuador, tengo estudios de 3er nivel en Psicología Clínica y terapia sistémica y de pareja, ofrezco servicios de acompañamiento e intervención psicológica integral en salud mental con enfoque de género y derechos humanos, tengo experiencia en el trabajo con mujeres, niñas y adolescentes, mi campo es la prevención en VBG y salud mental.

Acerca del Autor

Gabriela Carrasco

Originaria de Ecuador, tengo estudios de 3er nivel en Psicología Clínica y terapia sistémica y de pareja, ofrezco servicios de acompañamiento e intervención psicológica integral en salud mental con enfoque de género y derechos humanos, tengo experiencia en el trabajo con mujeres, niñas y adolescentes, mi campo es la prevención en VBG y salud mental.

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