Por: Ana Alarcón

Un glow up es definido por el diccionario urbano como una transformación mental, física y emocional hacia una mejoría. Ya sea natural o planeado; gradual y permanente; o veloz y temporal. Es decir, una transformación increíble. Y aunque el término puede usarse en un sentido menos superficial, me referiré a él en la forma más común y prevaleciente. El cual es simple y tristemente, el pasar de ser fea a físicamente atractiva.

Pero, ¿De dónde se origina un glow up? Este “trope” fue popularizada en los 90s y los 2000s mediante clichés y transformaciones de celebridades con el alce de la cirugía plástica. Algunos ejemplos de estos son Mia Thermopolis en el diario de la princesa, Sandy en Grease, y los extremos cambios de look de las hermanas Hadid y Kardashian-Jenner.

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De esta forma, el público expuesto a este cliché es bastante amplio. Desde niñas pequeñas y pre adolescentes que idolatran a la chica del pueblo que cambió completamente su apariencia para conseguir su príncipe azul, hasta adolescentes y adultas jóvenes que no pueden evitar ver fotos en instagram de su influencer favorita y preguntarse porque al crecer sus cuerpos no lucieron así.

Y es que al estar más conectadas al internet que nunca parece que nunca podemos descansar de esta imagen perfecta de cómo debería ser nuestro físico y cómo debería lucir nuestro rostro. Especialmente con dos factores importantes que voy a mencionar: influencers y la televisión.

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A los primeros seguro ya los conoces, y apuesto que hasta sigues a algunos. Esta nueva ocupación dominada por millennials y generación z, entre los cuales se caracterizan aquellos que son blancos, delgados y atractivos se convirtieron casi en un placer culposo: el quejarse siempre de ellos y aun así presionar cada que suben una nueva historia, foto o video. No es noticia nueva tampoco que usen en abundancia el photoshop, facetune, etc. Contribuyendo a las inseguridades y expectativas de miles de chicas jóvenes.

Respecto a lo siguiente, la televisión: programas sobre y para adolescentes. Shows como Euphoria, Élite, Gossip Girl, Riverdale, Outer banks, etc, tienen varias cosas en común. Entre ellos el uso actores que doblan la edad de sus personajes, el que describan a los jóvenes como seres sexualmente insaciables que hacen drogas y crímenes en el día a día, y sobre todo, que estos se vean como supermodelos altamente desarrollados.

Y aunque la realidad a esto no es tan sorprendente, ya que la principal razón por la que contratan a adultos mayores a 18 es por leyes de trabajo, en definitiva, la consecuencia de cómo se ven no es nada sana para los adolescentes que si tienen la edad que interpretan.

Pero, aún así, ¿Cuál es el principal problema con la cultura del glow up? Primeramente, los horribles estándares de belleza que imponen:

  • Irrealismo: Cinturas diminutas, estómagos planos, caderas anchas y bustos medianos dominan la transformación triunfante de la protagonista de un glow up, sin dejar de lado la nariz pequeña, pómulos marcados, labios prominentes, ojos grandes, pestañas largas y cejas oscuras que deben acompañarlas.
  • Estereotipos de género (feminidad impuesta): Hay un factor que se repite siempre con los cambios de patito feo en el medio, y tiene que ver con que nos impongan la feminidad en lo que consumimos desde una temprana edad. Los cambios de look siempre tienen que venir con faldas, blusa de tirantes, vestidos y tacones. Y como cereza en el pastel, predominando el color rosa.
  • Pedofilia: No es sorpresa que la pedofilia sea un pilar oculto de los cánones de belleza actuales, y la cultura del glow up solo lo refuerza. Chicas calladas y sumisas, tiernas y vírgenes, depiladas y puras.
  • Racismo: Otro origen escondido, las protagonistas nunca son de color, si es que se les incluye en la historia. Un ligero bronceado para acompañar y ya está, pero nunca piel negra o café.
  • Cánones eurocéntricos: Eliminando narices curvadas, ojos rasgados, pelo abundante o labios delgados. Se nos imponen los estándares europeos.
  • Heterosexualidad impuesta (lesbofobia): No es noticia nueva que nunca se dé visibilidad a las lesbianas ni mujeres bisexuales, pero no cabe de más decir que el material al que nos exponemos en el medio solo triunfan relaciones heterosexuales.
  • Dependencia: ¿Para qué sirve un glow up? Nunca es para sentirte bien contigo misma, ni para explorar tus gustos ni identidad. Siempre el cambiar tiene un único y simple propósito: impresionar a un hombre.
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Segundo, el público objetivo. Como mencioné anteriormente, las primeras apariciones del glow up comienzan en películas que van dirigidas a adolescentes y niñas: internalizando así los cánones de belleza ya enlistados. Pero la principal problemática con esto es la edad de quien lo recibe, niñas impresionables que pueden hasta lastimarse a una temprana edad, y llegan a ser más influenciables y manipulables que cualquiera.

Por último, el innegable daño físico y mental que deja en las jóvenes. Desde dismorfia corporal, problemas de salud mental, hasta desórdenes alimenticios y autolesión, son consecuencias que debemos evitar a toda costa, ya que al ser extremos tan serios, pueden llegar hasta a la muerte.

Conclusión

Parece que con tanta propaganda dañina alrededor esta resulta ser invencible, pero no hay que alterarse. El aceptarse a una misma es un trabajo del día a día, lento y difícil, que requiere un pequeño esfuerzo diario. Pero lo más importante para que nos deje de importar lo que dicte la sociedad es que esta empieza por una misma, por lo que debemos de dejar de juzgarnos una a la otra y proyectar nuestras inseguridades, y sobre todo, el dejar a las chicas ser chicas. No esperar que tengan su estilo y apariencia resuelta a los 15 ni a los 20, si no dejarlas experimentar y ser raras. Dejarlas ser incómodas y felices. Dejarlas ser, simplemente, ellas mismas. Así como tú debes ser tú misma para ti y nadie más.