Por Diana C. González Saucedo

CUERPO.

El cuerpo, ¿qué representa? ¿acaso es la representación física de nuestro ser? ¿qué implica esto? Sin duda se han desarrollado diversidad de estudios sobre el cuerpo en el campo de las ciencias sociales, la percepción del cuerpo ha ido transformándose con el paso de los años hasta llegar a la actualidad, al respecto Fernando Lossada comenta:

“… ahora pensado como una posesión de cada persona, y como tal algo ajeno, disociado, transformado en objeto posible de ser estudiado, aislado de la naturaleza y del propio ser humano… que en lo occidental es una idea rastreable desde la Europa del S.XVI y que al parecer continúa de alguna manera coadyuvando en la forma que gran parte de la población mundial se estaría pensando en la actualidad.”

(Lossada, 2013, pp. 7.)

El cuerpo entendido como una propiedad del sujeto individual; el ser del individuo se ve fundamentado en un alma haciendo una división entre cuerpo y ser, aunque sea el mismo sujeto quien contiene a ambos (Vasquez; Carrasco, 2017); concepción que, si bien no ha sido la única a lo largo de la historia, actualmente guiados por un pensamiento occidental es la noción que mayormente impera.

Es perceptible que durante siglos el cuerpo se ha visto rodeado por construcciones sociales que van resignificándolo y por tanto configurando a las mismas personas en cuanto a su cuerpo dentro del condicionamiento cultural yacente; el hombre como símbolo de fuerza y poder entre otras cosas y la mujer como símbolo de belleza, ternura, romanticismo, dulzura etc.

Al regirnos por dichas construcciones sobre cómo debe ser y verse cada cuerpo refiriendo a lo que es “masculino” y “femenino”, los cánones de belleza se hacen presentes para seguir idealizando cuerpos y conductas.

Este es el punto a tratar en la presente investigación, saber la repercusión que tienen dichos cánones en la salud emocional de las jóvenes para poder visibilizar las consecuencias que conlleva señalar el cuerpo ideal, la conducta ideal, la cara ideal, la vestimenta ideal, entre muchas otras cosas que pueden verse impulsadas aún más con el poder de las redes sociales como plataformas visuales que llegan a seguir reproduciendo los designios sobre «cómo debe ser y verse una mujer» o más bien una mujer idealizada.

Es cierto que a lo largo de los años ha resonado cada vez más la lucha por el rechazo a estas imposiciones pues no corresponden con la realidad, cada mujer posee un cuerpo diferente, gustos diferentes, personalidades diferentes, pero es innegable que el cuerpo de la mujer se ha visto como objeto de consumo haciendo que predominen dichos ideales sobre las propias afinidades de cada mujer.

Marcela Lagarde1 entabla en su libro «Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas»; siete puntos por los cuales las mujeres han sido oprimidas, entre estos se encuentra la objetivación que posee su cuerpo:

“… la definición del ser social de las mujeres en tomo a una sexualidad expropiada procreadora o erótica, estructurada en tomo a su cuerpo-para-otros.”

(Lagarde, 2005.)

MUJER Y CUERPO.

La mujer y su cuerpo, que en realidad esto puede cuestionarse, realmente ¿cómo vive su cuerpo la mujer? ¿es libre de actuar? ¿es libre de expresarse? ¿de ejercer su sexualidad sin ser juzgada? ¿cómo se le aprecia a la mujer siendo miembro de una determinada sociedad?

La última pregunta es fundamental, ya que para comprender la condición de la mujer se requiere de un análisis coyuntural, es cierto que se comparten aspectos genéricos pero también intervienen otros factores como la etnia, clase, religión, etc; el desenvolvimiento de la mujer como agente social está determinado por diferentes aspectos que se vuelven necesarios de conocer para comprender cómo se desarrolla siendo miembro de un medio social y cultural el cual a su vez es determinante y estructurante de su condición.

Teniendo ahora en mente la importancia de este análisis tampoco hay que dejar a un lado la representación de la mujer a lo largo de la historia, dado que un elemento crucial para el desarrollo de las atribuciones a lo femenino y masculino se le han adjudicado a lo fenotípico; con la instauración del Estado e Instituciones como la Familia y la Iglesia, las divisiones de actividades de acuerdo a roles de género se pronunciaron, siendo difícil hasta la fecha abolir dicho orden.

Así, a la mujer se le ha visto más en actividades de cuidado y enseñanza, actividades que se piensan para la mujer por poseer «un lado materno» y muchas veces que sean impartidas por hombres llega a verse mal pues se les compara con una mujer, siendo un insulto ser comprado con una.

Damos cuenta de cómo la percepción de la corporalidad de la mujer se ha estructurado con base a preceptos sociales que responden a la noción de “cómo deber ser y verse” así como el “rol que le concierne”; una corporalidad que corresponde más para el otro que para sí misma.

Con base a lo anterior, la institución de los cánones de belleza como modelos a seguir llegan a significar otro campo de control, si bien muchas veces estos no se perciben conscientemente ya que se encuentran tan arraigados a nuestro pensamiento no quiere decir que no tengan presencia en nuestro día a día.

“Muchas se avergüenzan de admitir que preocupaciones tan triviales como la apariencia física, el cuerpo, el rostro, el cabello y la ropa, tienen tanta importancia. Pero a pesar de la vergüenza, el complejo de culpa y la negación, más y más mujeres sospechan que no es tanto que están neuróticas y solas, sino más bien que algo más importante está en juego, algo que tiene que ver con la relación entre liberación femenina y belleza femenina”.

(Wolf, 1990, pp. 13.)

Definitivamente en la actualidad la mujer se encuentra en una posición más liberadora que décadas atrás eso es visible, aunque cuestionable en algunas partes del mundo, una vez más la determinación socio-cultural se hace presente. La mencionada libertad de la mujer en occidente también ha dado paso a negar la subyugación que conlleva la belleza sobre las mujeres, como lo señala la escritora Naomi Wolf2 en la cita anterior.

Suele creerse que por no ser un estricto mandato a seguir los cánones de belleza no son coercitivos en nuestra conducta y pensamiento, pero la verdad es que se encuentran tan adentrados en el pensamiento de la sociedad que desde pequeñas se nos enseña cómo debemos aspirar a comportarnos y vernos. Estos estereotipos se consumen cada día inconscientemente, un ejemplo de ellos es la publicidad.

En la actualidad vivimos en un mundo interconectado, los medios de comunicación tradicionales junto con las relativamente nuevas redes sociales hacen que nuestro consumo se potencialice, constantemente vemos fotos en Instagram o Facebook que muestran nuestros buenos momentos, pero casi nunca los malos; se vuelven plataformas donde la mayoría de las veces no muestran la realidad fuera de lo digital, pareciera que ahora vivimos en dos realidades, el mundo físico y el mundo digital, la pregunta es ¿hasta qué grado lo que uno hace, observa y escucha en lo digital afecta fuera de esa realidad, y viceversa?

Me parece que la respuesta es clara, pues nosotros como personas receptoras de información tanto en un espacio digital como fuera de este nos vemos comprometidos a recibir la información, la cuestión es si la analizamos, cuestionamos o la aceptamos así sin más. Al respecto con la publicidad el investigador Pedro David Chacón desarrolló un estudio en 2007 sobre cómo la mujer ha sido objeto sexual en los anuncios publicitarios:

“Por un lado se presenta al hombre utilizando el producto, ya sea aplicándose colonia, desodorante o crema de afeitar, y, por otro lado, como consecuencia emerge la mujer, normalmente una escultural, flamante y utópica modelo que se lanza irresistiblemente sobre el hombre con actitudes provocativas, pudiendo destacar entre muchas marcas las campañas del gel Axe, que bajo el eslogan «El efecto Axe» se reproduce lo dicho anteriormente».

(Chacón, 2008, pp. 407)

Si bien este comercial se transmitió hace algunos años, y ahora se cuestiona más lo que se transmite en la publicidad (aunque aún siguen apareciendo anuncios de este estilo) hay más conciencia y se señala más lo perjudicial que puede ser este tipo de comerciales donde la mujer es vista como un objeto de recompensa para el hombre.

Ser delgada se ha convertido en uno de los ideales que sobresalen, se postula en la mayoría de los comerciales al igual que tener piel blanca a pesar de que en México el 64% de la población se considera morena de acuerdo a datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación3.

Del ideal de belleza se denota entonces una consecuente dominación por el cuerpo de la mujer y conducta, disfrazada de una libertad donde la mujer ya posee por ley los mismos derechos que el hombre en 2021 (hablando de occidente y de acuerdo al condicionamiento del lugar en cuestión) ¿pero realmente la mujer se encuentra en las mismas condiciones que el hombre?

Un ideal de belleza supone una perfección a seguir de un cuerpo, una conducta, un rostro, que no son propios de una, se abandona lo que una realmente es por corresponder al otro, corresponder a esas imposiciones, a esos ideales que al “cumplirlos” pareciera ser satisfactorio por ser lo aceptado y por tanto se es “aceptada”; pero, ¿aceptada dónde? Porque no hay una aceptación sino una dominación y no hay una aceptación personal sino un abandono.

REDES SOCIALES Y EL PODER DE INSTAGRAM.

Foto de Artem Podrez en Pexels

Así como los anuncios en televisión, en espectaculares, etc., han tenido relevancia ahora se cuenta con muchas más plataformas gracias al internet, estas han logrado posicionarse no sólo en el área de comunicación sino en distintos campos como el entretenimiento, la educación, la publicidad, entre otros; las diferentes plataformas como Facebook, YouTube, Instagram por mencionar algunas han brindado un espacio para la posibilidad de crear un contenido y compartirlo públicamente:

“(…) nuevo espacio de participación y colaboración entre usuarios, este nuevo cambio ha difuminado la línea de diferencia entre los productores y los consumidores de los contenidos. (…) Esto provoca que ya no son solo los medios y la publicidad los que perpetúan los estereotipos de belleza, sino que también son los propios usuarios de la red.”

(Torres, 2018, pp.16).

El poder que actualmente poseen las redes sociales es innegable, un mensaje, una imagen puede recorrer el mundo en cuestión de segundos, millones de personas viendo una misma foto, video, texto etc, al momento. Es impresionante lo que se puede lograr con las redes sociales, es comunicación en masa y por lo mismo lo que se publica puede tener un importante impacto.

Esta investigación se centrará específicamente en Instagram que se caracteriza por ser una red social donde se comparten imágenes y videos, su alcance es global, según datos de la agencia de marketing digital COCKTAIL cuenta con más de 700 millones de usuarios activos mensuales, dentro de los cuales también podemos destacar creadores de contenido que representan una influencia importante por el número de seguidores que tienen, así mismo la publicidad también se encuentra en esta red social y es dada de acuerdo al algoritmo de cada usuario dependiendo de lo que comúnmente frecuenta en la aplicación.

Siendo una red social utilizada en su mayoría por jóvenes de entre 18 a 34 años de acuerdo a datos de Juan Carlos Mejia Llano4 Consultor y Speaker de Marketing Digital y Transformación Digital; si bien, a la edad de 18 años ya se cuestiona más la información que una recibe en Instagram es válido tener una cuenta desde los 13 años. Así Instagram es una aplicación donde se comparten momentos, imágenes, videos, la cuestión es ¿qué impacto tiene esto en la vida de las jóvenes? Sabedores de que la adolescencia es una etapa de descubrimiento personal, de autopercepción ¿qué efecto tiene lo que una consume en Instagram en la construcción de nuestra autopercepción?

Cuando se es joven una puede ser más susceptible a aceptar dichos estereotipos pues se encuentra precisamente en un periodo de autoconocimiento, los datos sobre la repercusión en la salud emocional y física de la idealización del cuerpo es alarmante, según Secretaría de Salud del Gobierno de México, cada año se registran cerca de 20 mil casos de anorexia y bulimia, siendo la población de entre 15 y 19 años de edad la más afectada.

Por otro lado, se presenta como una red social donde convergen dos posturas contrarias, primeramente, se observa como una plataforma que reproduce los cánones de belleza por ser una aplicación dedicada a lo “estético” a través de diferentes contenidos como publicidad, tendencias de moda, dietas, etc.; pero así mismo es un espacio donde se encuentran múltiples cuentas que dedican su contenido a velar por la mujer en diferentes ámbitos como violencia, acoso, idealizaciones de cuerpo, entre otros.

En ese sentido me parece oportuno entender cómo perciben Instagram las jóvenes, saber si ser usuaria de esta red social ha tenido efectos negativos o positivos, si las cuentas dedicadas a la mujer les han ayudado de alguna forma o por el contrario Instagram les resulta más como una aplicación que antepone lo “estético”.

NUESTRA REALIDAD

A través de un cuestionario realizado a través de internet se obtuvieron los siguientes resultados; dicho cuestionario iba enfocado a mujeres mayores de 15 años sin límite de edad, porque, aunque este trabajo se centra en las edades de 15 a 20 años, podía saber si mujeres mayores tuvieron experiencias relacionadas a los cánones de belleza cuando tenían esa edad. Hubo un total de 31 respuestas en el cuestionario más tres entrevistas por videollamada.

¿Qué edad tiene?

Gráfico 1
Rango de edades de las mujeres que contestaron el cuestionario en Google.

Como puede verse en el gráfico, el rango de edad de las mujeres corresponde de los 18 a 27 años, más las tres jóvenes que entrevisté por videollamada que también corresponden a ese rango.

¿Cómo perciben las mujeres los cánones de belleza en la sociedad?

De acuerdo a los datos obtenidos las mujeres perciben los cánones de belleza como imposiciones de género, es decir socialmente construidas y esto se manifiesta a través de diferentes medios como lo es la publicidad, la televisión, redes sociales, la pornografía, entre otros; en estos espacios predomina la imagen de una mujer meramente idealizada, cosificada y creada para el consumo; incluso en conversaciones casuales se exhibe lo normalizado que está, “ya engordaste”, “no te sientes así te ves mal, así se sientan los hombres”, “ ¿por qué no te rasuras? te ves mal”, “No te enojes, a las mujeres enojonas nadie las quiere”, “te ves mejor, adelgazaste”; una serie de frases que tiene resonancia en el día día de diferentes mujeres y que deviene de todo un marco que postula el “deber ser” de ella, refiriendo a su cuerpo, conducta, actitudes, emociones y sentimientos.

Al respecto las entrevistadas contestaron:

“(…) creo que se presentan en cosas tan cotidianas como la forma en la que debemos comportarnos (por ejemplo, las actitudes que son «femeninas» y hacen atractivas a las mujeres), la forma de nuestros cuerpos, el color y textura de nuestra piel, el cabello, etc.”

(Mujer de 22 años).

“Sí, en el prototipo de “mujer bella” que va desde características físicas (rasgos faciales, formas corporales hegemónicas) hasta características psicológicas (conductas, actitudes, intereses que se esperan en la “mujer bella”). Hay más pero principalmente esos los veo muy marcados”.

(Mujer de 27 años).

Así las cuestiones de género sobre lo que es “masculino” y lo que es “femenino” señalan que si es atractivo y que no lo es en una mujer, y como Naomi Wolf entabla como el Mito de la belleza: aquella que es universal y objetiva, las mujeres deben aspirar a ser bellas y los hombres deben aspirar a poseer mujeres bellas, aquellas que lo son tienen mayor éxito reproductivo, la belleza es biológica, sexual y evolutiva; completamente un mito, la “belleza” es un sistema de control determinado, para seguir manteniendo orden androcéntrico, donde la mujer es valorada de acuerdo a la correspondencia que tiene sobre los preceptos “ideales” que debe cumplir, desarrollándose entonces en una jerarquía donde cada mujer debe competir entre sí por los recursos que los hombres se han otorgado. (Wolf, 1990:16)

¿En qué etapa comúnmente se empieza a ser consciente de que existen estos cánones?

Para responder este cuestionamiento pregunté directamente en las entrevistas la edad en la que consideran empezaron a percatarse de la existencia de dichos cánones, las respuestas fueron las siguientes:

Si las respuesta a las preguntas anteriores fue afirmativa ¿A qué edad empezó a percibir que existen cánones de belleza?

Gráfico 2

Las edades que se comprenden van desde los 5 hasta los 20 años, predominando los 10 y 12 años, de acuerdo al libro de Desarrollo Humano de Papalia y Feldman estas edades corresponden a la niñez media y adolescencia, respectivamente.

Es realmente lamentable que desde temprana edad las niñas se den cuenta de que existen dichos cánones que te señalan “si eres bonita o no”, “que tienes que empezar a hacer y dejar de hacer” porque de lo contrario no eres agradable a la vista y serás juzgada por ello; y como anteriormente se mencionaba estos preceptos son estructurales y determinantes por tanto cuando los escuchamos en una plática casual no se cuestiona, así las personas más cercanas a las niñas como lo son la familia, el papá, la mamá, los hermanos en ocasiones llegan a ser las primeras personas en anteponer dichos preceptos a la salud mental y emocional de la niña:

“Conscientemente, desde cómo los 12 años, que fue cuando mi familia empezó a percatarse de los cambios físicos, como puede ser el crecimiento de vellos en las piernas, por lo cual, me vi orillada a empezar con la depilación, si, a los 12 años, porque el tono en el que me lo comentaron fue como si fuera algo sucio, antinatural, cero estéticos”.

(Mujer de 20 años).

“A los 12 años al empezar a desarrollarme. Fue sorprendente cómo mis pequeñas compañeras eran secundadas por sus madres para depilarse el vello que ni siquiera tenían o comparar quién se estaba desarrollando más”.

(Mujer de 20 años).

En este punto de la investigación resurge la pregunta con la que inicialmente partí, ¿en realidad el cuerpo de la mujer pertenece a la mujer? Desde los 12 años iniciando comparaciones para ver quién se ha desarrollado más, y no, no es algo de “niñas” no es cuestión de “la adolescencia”, son los inicios de la constante competencia de la cual las mujeres nos vemos obligadas a enfrentar por el mismo orden y visión androcéntrica de la que ya se habló.

¿De qué forma les ha llegado a afectar en términos de salud mental la imposición de ideales de belleza llamados cánones de belleza a las jóvenes?

Conforme estuve en contacto con las mujeres que entrevisté por videollamada pude ver lo difícil que es hablar de estos temas, pues representan momentos dolorosos, de enojo y tristeza como me lo describieron y como no lo sería si son años de estar procesando que nunca se es suficiente, no se tiene la altura suficiente, el peso, la piel, el cabello, etc.:

“No hay un punto medio, que si no haces ejercicio te falta cuerpo, que si haces ejercicio tiene que parar porque te estás haciendo espaldona y estas tomando cuerpo de hombre porque las mujeres no están fuertes, no deben verse fuertes, con músculos”.

(Mujer de 23 años).

Lo dicho anteriormente fue por una deportista que ha luchado contra estos estándares desde los 16 años, se dio cuenta de cómo empezaba a ser juzgada por su cuerpo, por no tener el peso ideal y cuando comenzó a hacer ejercicio le dijeron que ese tampoco era un buen cuerpo, que debía parar porque comenzaba a verse musculosa, esto ha desencadenado muchas emociones e inseguridades en ella, me comentó que le cuesta trabajo salir sin suéter pues se refleja su espalda y es algo que comparte con compañeras con quienes entrena.
También en el cuestionario hubo respuestas semejantes:

“Uff hay muchísimas, pero una de ellas siempre ha sido la forma de mi cuerpo y el peso, recuerdo que me daba pena decir que talla de ropa utilizaba o no me ponía cierto atuendo porque pensaba que no me vería bien. Podría mencionar otras relacionadas al acné o las estrías. En general me generaba mucha inseguridad y me causaba conflicto porque si en determinado momento yo veía a algunas personas con estas características que a mí (en mi cuerpo) me causaban inseguridad, nunca pensé eso de las demás mujeres que las tenían y era como una lucha constante porque era un rechazo a mi cuerpo. Pero pues también me he enfrentado a comentarios de terceras personas sobre mi cuerpo que me han hecho sentir mal”.

(Mujer de 22 años que comenzó a sentir inseguridades desde los 12 años).

“Me sentía muy mal y triste porque las personas notaban cosas en mi físico que no les gustaban y yo nunca lo había pensado de esa manera hasta entonces, eso hizo que tampoco me aceptara a mí misma”

(Mujer de 22 años).

Como estas historias lastimosamente se repitieron muchas tanto en las entrevistas por videollamada como en el cuestionario, en lo que más consideran que les ha afectado ha sido en crear inseguridades, incomodidad, periodos de tristeza, enojo, culpabilidad, confusión y estrés.
Como la compañera deportista que compartió su inseguridad sobre salir con suéter a causa de comentarios por su espalda sucede lo mismo con mujeres sobre su peso, por acné, estrías, cabello, dientes, entre otros aspectos que deciden optar por medidas que oculten esas “imperfecciones” ese “mal”, pero esos sentimientos mencionados no cambian, el estrés incrementa, las inseguridades se mantienen y la tristeza sigue; ¿cómo es posible que se llegue a un alto nivel de estrés y angustia por intentar conseguir a un ideal de belleza?

Seguir este ideal a costa de la misma salud física y mental de la mujer, así que no, el cuerpo de la mujer en esta sociedad no pertenece enteramente a la mujer cuando sigue respondiendo al consumo del otro, a la aceptación del otro y no de una misma cuando debería ser así, y la responsabilidad no es de la mujer, no lo es cuando a lo largo de la historia se le ha visto obligada a cumplir con esto, la realidad es que gracias a la misma mujer cada vez se cuestiona más estas imposiciones, la lucha por deconstruir ese pensamiento para transformar su realidad tiene más resonancia logrando una verdadera autonomía e independencia aunque aún queda mucho por hacer.

¿De qué forma Instagram se presenta como una red social reproductora de cánones, pero a su vez como una red de apoyo a la mujer?

Respecto al punto de vista de las mujeres entrevistadas la mayoría contestó que definitivamente es una aplicación que reproduce cánones de belleza sin embargo, intervienen distintos factores, como la cuenta de cada una ya que conforme lo que se consume Instagram genera un algoritmo para mostrarte más cosas relacionadas a lo que busca, pero aunque esto sea así es innegable que dicha aplicación sigue reproduciendo patrones de una “ideal imagen de la mujer” así como cosificación y sexualización de su cuerpo, esto es así y será así mientras sigan existiendo esas nociones, así como se vive en el mundo físico cada día se reproduce en el mundo virtual también, basta con ver publicidad y múltiples cuentas dedicadas a la belleza.

Por otro lado, también existen múltiples cuentas dedicadas a la mujer, buscando apoyarla, ayudarlas, ser un espacio informativo etc, sobre esto en las entrevistas pregunté si consideraban que realmente cumplían ese objetivo de acuerdo a su perspectiva las respuestas mayormente eran a favor de estas cuentas:

“Si, en algún punto de mi vida seguía las cuentas de figuras públicas muy linda o muy “afeminadas” que a final de cuentas me hacían siempre querer parecerme a ellas porque renegaba el no tener una piel bonita, un cuerpo perfecto, o siempre tener que portarme de alguna forma que la sociedad consideraba adecuada. Dejé de hacerlo cuando encontré perfiles de mujeres lindas pero que también mostraban su lado más real, recién despiertas, con granitos en su cara, incluso a veces por cambios hormonales (siento que este punto es muy importante también) mujeres con lindas figuras pero también con celulitis, estrías, piel de naranja, rollitos en su panza al sentarse o de pie, como fuera… pero mostraban este detrás de la foto, entonces empecé a aceptar que esto estaba bien, que él no siempre lucir “perfecta” era normal y que no debía esforzarme siempre por alcanzar un ideal que probablemente no exista”.

(Mujer de 21 años).

“Sí, claro, te muestran una realidad que no se ve en todos los medios de una manera positiva y creativa”

(Mujer de 21 años).

“Durante algún tiempo seguí muchas cuentas de chicas con cuerpos perfectos», considero que muchas veces son cuentas que se disfrazan como cuentas motivacionales, aunque a veces causan un efecto totalmente contrario”.

(Mujer de 20 años).

A través de los resultados distingo que es mayor el porcentaje que se muestra a favor de las cuentas que dedican su contenido a la mujer y consideran que realmente si cumplen el objetivo de ayudar y/o apoyar de alguna forma, pero también se menciona que existen muchas cuentan que dicen ser feministas pero tienen el efecto contrario; como también comentó la administradora de la cuenta La Brujita feminista, ella las llama “cuentas comerciales” debido a que no tienen un interés realmente en la mujer sino en lo que le beneficie más a la propia cuenta.

NUESTRA LUCHA

Por medio de esta investigación doy cuenta de cómo la mujer se ha visto inmersa en una lejanía con su cuerpo que corresponde a la aceptación, consumo y beneficio del otro y no por decisión propia claramente, sino que representa todo un orden dado por un marco histórico donde la mujer se ha visto como un agente subordinado por la hegemonía otorgada al hombre.
Actualmente el ideal de belleza representa otro centro más de control que ocasiona un daño en la salud de la mujer pues pasar años escuchando críticas hacia tu cuerpo y personalidad muchas veces desde edad temprana como la niñez desencadena una serie cuestiones que deben atenderse y platicarse; pero algo que logré ver es que hay una presente lucha que cuestiona y actúa por eliminar dichos preceptos, sin duda la transformación de esta realidad será larga, los cambios sociales llevan años, décadas, pero saber que se está combatiendo es un buen punto para evitar que futuras niñas, jóvenes, mujeres tengan que pasar por esto.

Foto de cottonbro en Pexels

1Antropóloga, política e investigadora mexicana representante del feminismo latinoamericano.

2 Escritora estadounidense y consultora política. Se convirtió en una de las principales representantes de la tercera ola del feminismo.

3 Organismo del estado mexicano que tiene como fin eliminar la discriminación en todo el país, a través de politicas y medidas.

4 Consultor y Speaker de Marketing Digital y Transformación Digital. Formación en Marketing Digital y Social Media en Medellín Colombia.

Bibliografía:

  • Chacón Gordillo, Pedro David (2008). La mujer como objeto sexual en la publicidad. Revista Científica de Educomunicación. Comunicar, nº 31, v. XVI.
  • DSM-IV Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (1995).
  • Gómez, Mariana Daniela (2009). El género en el cuerpo Avá. Revista de Antropología, núm. 15. Universidad Nacional de Misiones Misiones, Argentina.
  • Lagarde y de los Ríos, Marcela (2005). Los cautiverios de las mujeres, madresposas. monjas, putas, presas y locas. Universidad Autónoma de México. Coyoacán México.
  • Lossada, Fernando (2013) Sobre la antropología del cuerpo Fermentum. Revista Venezolana de Sociología y Antropología, vol. 23, núm. 67, pp. 234-250.
  • Muñiz, Elsa (2014). Pensar el cuerpo de las mujeres: cuerpo, belleza y feminidad. Una necesaria mirada feminista. Sociedade e Estado, vol. 29, núm. pp. 415-432.
  • Sierra Hoyos, Tatiana (2020). Belleza, Instagram, estilo de vida y vínculos comunicativos de mujeres crossfiteras en Cali. Pontificia Universidad Javeriana Cali Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Programa de comunicación.
  • Papalia, Diane; Feldman, Ruth; Martorell, Gabriela (2012). Desarrollo Humano.
  • Vasquez Santibañez, María Belén; Carrasco Gutierrez, Ana María (2017). Género, cuerpo y heteronormatividad. Reflexiones desde la antropología. Interciencia, vol.42. Núm.9. pp: 616-622.
  • Wolf, Naomi. (1990). El mito de la belleza. Chatto & Windus. pp. 1-27

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