Por Lorena Cortés

Quizás la mayoría esté pensando en que una mujer trabajadora es la que se pasa el día fuera de casa, en un trabajo de atención al público, quizás en un comercio tradicional, un supermercado, mujeres con carreras profesionales ambiciosas, de éxito laboral, empresarias, científicas, sanitarias…

Probablemente pocas personas piensen, a primera vista, en las mujeres que dedican su tiempo en exclusiva, al cuidado de personas en situación de dependencia en su hogar: hijos e hijas, progenitores, u otros familiares… Y por supuesto, a las tareas domésticas del hogar, además de las de cuidados.

A lo largo de la historia, las mujeres han tenido un papel muy importante en cuanto a los cuidados de personas y del hogar. Las estadísticas lo abalan: aproximadamente, el 90% de las personas que realizan éstas tareas son mujeres, lo que demuestra una desigualdad real en la actualidad y un escaso avance para la igualdad real y efectiva de las mujeres.

Actualmente, en España, está reconocida por ley, la figura de cuidadores no profesionales en el hogar (enfocado al cuidado de personas con alguna discapacidad o dependencia). El gobierno otorga una -pequeña- prestación económica, además de cotización mediante convenio especial a la seguridad social. Aunque esto suponga un avance para las cuidadoras, lo cierto es que siguen existiendo desigualdades y falta de reconocimiento a nivel social.

Las tareas de cuidados requieren con frecuencia, un esfuerzo físico y psicológico de la persona, que, sumado a una continuidad, exclusividad y permanencia, pueden tener consecuencias negativas, entre ellas: enfermedades físicas, mentales, y otros problemas de índole social, como el aislamiento, la falta de relaciones sociales fuera del entorno habitual, exclusión del mercado laboral, falta de aspiraciones personales, entre una gran variedad.

Además, este trabajo requiere un aprendizaje permanente de la persona que cuida: información sobre la enfermedad, técnicas de cuidados, técnicas de curación, técnicas de acompañamiento emocional y psicológico… Del mismo modo, exige la adquisición de habilidades y cualidades que la persona cuidadora debe reunir para efectuar los cuidados.

Y ya, por si no fuera suficiente, se le añade el ejercicio de las actividades domésticas del hogar. El cuidado, organización y mantenimiento de la casa es fundamental en el día a día, nuestra salud física y mental puede verse afectada por nuestro hogar, lo que significa otro esfuerzo más a niveles físico, psicológico y social.

Después de las aportaciones expuestas cabe formularnos las cuestiones: ¿Por qué la figura de las cuidadoras sigue siendo castigada e invisibilizada en la sociedad? ¿A caso no estamos hablando de un trabajo que bien podría tener unas condiciones y salarios dignos? ¿Pueden tomarse en este caso una baja laboral, o, quizás unos días de descanso?

Por otro lado, si tomamos como referencia el reconocimiento de las cuidadoras de personas en situación de dependencia, reconocida en la legislación española, ¿Qué hay, por ejemplo, de las madres que deben compaginar sus vidas con el cuidado de sus bebés y del hogar?

El trabajo de los cuidados y del hogar ES UN TRABAJO que debe ser reconocido en igualdad de condiciones que los demás.

 Lorena Cortés