Valeria Rocha.

En los últimos meses nos hemos encontrado en redes sociales con publicaciones, videos,
incluso memes e influencers y coaches de vida, que manejan un discurso sobre positividad,
donde nos enseñan a “ver el lado bueno a las cosas”, a “tener pensamientos positivos” todo
el tiempo, o diciéndote que “tú puedes con todo”. Pero, como seres humanos que sentimos
todo tipo de emociones, innatas y aprendidas, “positivas” y “negativas”, ¿hasta qué grado
podemos mantenernos en esa perspectiva?

Desde el ámbito de la psicología, el término positividad tóxica no existe, sin embargo, es un
concepto que se ha construido socialmente en los últimos tiempos. Esta actitud mantiene un optimismo permanente y excesivo ante cualquier circunstancia, negando, invalidando y minimizando otras emociones que forman una experiencia humana genuina.

Reprimir y minimizar nuestras emociones puede tener repercusiones a corto y a largo plazo,
física y mentalmente; ya que siempre van a intentar salir de una forma u otra, de nosotras depende de qué manera las vamos a expresar, siempre y cuando no lastimemos a otras personas ni a nosotras mismas.

Cuando llevamos estas actitudes al extremo, no sólo estamos invalidando toda una gama de emociones, sino que es una manera de evadir o negar la realidad en la que vivimos, ya que comenzamos a ver al mundo desde una sola perspectiva, la manera en que nos gustaría que fueran las cosas, un ideal que en el fondo, sabemos que no es verdad, excluyendo completamente nuestro sentido de realidad.

Además, ocultar nuestras emociones puede generar sentimientos de confusión y culpabilidad. No poder expresar “emociones negativas”, también puede deberse al sometimiento que vivimos desde que somos pequeñas.

Como mujeres, siempre será “mejor visto” que todo el tiempo tengamos una sonrisa, que seamos felices y risueñas, independientemente de las situaciones que cada una estemos viviendo. Es decir, si una mujer es violentada, lo esperado es que no se muestre vulnerable, sino todo lo contrario, que se vea “fuerte”, callada, como si nada hubiera pasado. Una mujer que tiene hijas o hijos, siempre debe mostrarse fuerte ante ellos, así por dentro esté destrozada.

Una mujer que grita, destruye y se muestra furiosa, rompe con el esquema de la mujer delicada y sumisa. Es aquí donde nos damos cuenta que la positividad tóxica influye fuertemente en nuestras vidas desde niñas. Nos enseñan a callar, a reprimir y a mostrar nuestro lado más “feliz”, hasta llegar a un punto en el que explotamos, y es donde por fin captamos la atención de más personas; y aún así, somos criticadas. Entonces ante nuestra frustración, ¿Cuál es la mejor manera de expresarnos?

No somos delicadas, abnegadas, ni sensibles, rompamos con estereotipos “femeninos” que provocan más opresión y violencia hacia nosotras y nuestra salud mental. No callemos nuestras emociones, expresemos lo que realmente sentimos, lloremos, gritemos… calladas no nos vemos más bonitas.

Valeria Rocha.

Estar tristes, decepcionadas, estresadas o enojadas, es completamente normal, muchas veces es necesario para adaptarnos a diferentes situaciones, ya que esto nos ayuda a mantener un balance. Experimentar “sensaciones negativas” es sano, siempre y cuando no se vuelvan patológicas.

Recordemos que no existen emociones positivas o negativas, la alegría, la tristeza, el enojo, el amor, entre otras, son importantes para un desarrollo adecuado en todas y todos como seres humanos. Lo importante aquí, es aprender a reconocerlas, diferenciarlas y canalizarlas de la mejor manera, logrando así, una inteligencia emocional.

Todas nuestras emociones nos complementan, lo ideal es integrarlas de una manera sana para llegar a un bienestar físico, mental y emocional.

Todavía hay mucho por aprender, cuestionemos a las personas que seguimos en redes sociales, cuestionemos los mensajes que nos transmiten, cuestionemos a las personas que se hacen pasar por profesionales de la salud que manejan este tipo de discursos, que lo único que hacen es perjudicar a miles de personas con mensajes completamente erróneos.

Aprendamos a vivir con todas las facetas que nos componen, a amarnos estando tristes,
enojadas o felices. Aprendamos a validar todas y cada una de nuestras emociones.
Aprendamos a conocernos.
Aprendamos a tenernos paciencia.
Aprendamos a vivir en un equilibrio constante.

Acerca del autor

Valeria Rocha
+ posts

Psicóloga apasionada en temas sobre sexualidad y neuropsicología con perspectiva feminista. Busca poner su "granito de arena" promoviendo la salud mental y el bienestar emocional.

Acerca del Autor

Valeria Rocha

Psicóloga apasionada en temas sobre sexualidad y neuropsicología con perspectiva feminista. Busca poner su "granito de arena" promoviendo la salud mental y el bienestar emocional.

Ver Artículos