Sentir deseos de dejar de vivir no es un defecto personal ni un trastorno. Es una experiencia que surge muchas veces cuando las condiciones de vida no son favorables. Validar que algo te duele, que sientes, que estás pasando por cierta circunstancia que te genera malestar, solamente te reconoce humana que busca alternativas saludables y amorosas a lo que te ha tocado atravesar.

En el marco del 10 de septiembre, Día Mundial de la Prevención del Suicidio, buscamos hablar, nombrar y analizar no solo el suicidio como acto, sino a todo lo que hay detrás como una cuestión política, social y de interés público, ya que en México el suicidio representa la tercera y cuarta causa de muerte en mujeres de 10 a 14 y de 15 a 24 años respectivamente (Méndez-Romero, Nancy, 2024). Para esto, como feministas y profesionales de la salud mental y emocional, comprometidas con el bienestar de las mujeres ante un sistema que las violenta, queremos plantear propuestas desde una ética amorosa, compasiva y comunitaria: ¿es lo mismo tener pensamientos para lograr desaparecer que la ideación suicida? Aquí te contamos:

  • “¿Qué pasaría si yo no estuviera aquí?”
  • “¿Cómo reaccionarían mis seres queridos si yo faltara?”
  • “¿Tendría algún impacto mi ausencia?”

Este tipo de reflexiones pueden aparecer como una respuesta existencial o filosófica frente al dolor, al cansancio o incluso como parte de la búsqueda de sentido de la vida. En estos casos, podría tratarse de pensamientos pasajeros, no necesariamente ligados a un deseo real de morir. En cambio, la ideación suicida implica un nivel mayor en la intensidad de estos pensamientos, así como la planeación de la misma, que puede ir desde:

  • Desear dejar de existir de manera persistente.
  • Imaginar métodos o escenarios de cómo hacerlo.
  • Llegar a planear tiempos, lugares o formas (ya sea que se concrete o no).

Mientras que los pensamientos existenciales son más difusos y pueden ir y venir, la ideación suicida suele tener una carga emocional más fuerte, aparece con mayor frecuencia y puede sentirse como una opción real frente a las dificultades de la vida. Es decir, la clave está en la intensidad y el grado de planeación:

  • Pensar en “desaparecer” o fantasear con no estar puede ser una respuesta común,
    parte de la vida y de la filosofía humana.
  • La ideación suicida ocurre cuando esos pensamientos se vuelven persistentes,
    empiezan a organizarse en planes o se sienten como la única solución.

Nombrar lo que sientes: escribir, hablarlo con alguien de confianza, expresarlo a
través del arte o plasmarlo en un diario.

  1. Validar: tu dolor es legítimo y real, no estás exagerando ni te estás volviendo loca, tu
    cuerpa manifiesta tus necesidades y está teniendo respuestas ante un sistema que
    busca patologizar y explotar.
  2. Buscar acompañamiento: puede ser profesional si sientes que lo necesitas, pero
    también las amistades, familia, grupos de apoyo, comunidades feministas o espacios
    seguros son una opción. Lo importante es hacerte saber que no tienes por qué
    atravesar esto sola.
  3. Diseñar un plan de acción con tu profesional de la salud mental y emocional: si
    empiezas un proceso de psicoterapia, lo más seguro es que vayan a diseñar juntas
    un plan de acción con pasos concretos para evitar conductas de riesgo, de manera
    que puedas pasar tus días cuidada y segura. Tú también puedes proponerlo.
  4. Crear pausas de cuidado: respirar, descansar, alejarse de lo que provoca más dolor,
    reconectar con la naturaleza, música o algo que te dé un respiro y fomente conexión
    contigo.
  5. Exigir colectivamente: formar una comunidad o unirte a una que ya esté construida,
    alzar la voz por mejores condiciones de vida, salud accesible y justicia social.
    Politizar el dolor salva, y tener a una comunidad que atraviesa lo mismo que tú,
    permitirá crear un sentido de pertenencia.

De acuerdo con la Asociación Mexicana de Suicidología (2025) la ideación y conductas suicidas no son una forma de llamar la atención y no pasan sin ninguna advertencia. En su mayoría, estas señales no son reconocidas o por el contrario, son mal interpretadas. Nombrar el deseo de muerte es una llamada explícita de auxilio, por lo que iniciar con la escucha y validación se transforma en un acto de cuidado político.

Por otro lado, se habla del suicidio como un asunto privado o secreto, donde escuchar que nombrarlo solamente promueve su consumación o se cuestiona al comentar frases como “si realmente quisiera hacerlo, no lo diría” o, “quien habla sobre morirse solamente está provocando”. Es necesario comprender que muchas mujeres comparten o expresan su dolor a través del cansancio extremo, la desconexión (tanto con el mundo como con ellas mismas), el hartazgo y la invalidación.

Prestar atención y atender estas señales es romper con las narrativas que desvalorizan nuestros pensamientos, emociones y vivencias. Recordemos que silenciar las señales sutiles y explícitas de agotamiento, desesperanza o deseo de muerte aísla a quienes necesitan ayuda e impide un acercamiento a la posibilidad de tejer una comunidad de apoyo, de acompañarnos y reconocer que no estamos solas en el sentir de este dolor. Las palabras compartidas son una apuesta por la vida digna, no un detonante para la muerte.

Necesitamos reconocer que la búsqueda de sentido como una experiencia humana no debe convertirse en un fundamento para normalizar el deseo de muerte como alternativa o respuesta al mundo que nos exige plenitud e indiferencia a nuestras realidades, como comparten Pérez y Cortés (1996), contemplar ambas perspectivas nos permite construir una base más completa para identificar las concepciones de muerte y suicidio. Si somos conscientes de cómo se nombra el cansancio, la violencia y la falta de redes como caminos hacia el suicidio, nuestra respuesta ante ello debe ser colectiva, a través de políticas y comunidades que prioricen, escuchen y sostengan.

Es urgente cambiar estas condiciones, llevar nuestras palabras a niveles de acción, esta es también una forma poderosa de decirnos: te vemos, te cuidamos, no estás sola. Elegir quedarte también es un acto político de resistencia. Reconocer que tu vida tiene valor, que tu cuerpa merece dignidad, que tu dolor merece ser escuchado, y que mereces vivir en un mundo que no te orille a quitarte la vida.

*Disclaimer: recuerda que este artículo tiene como único objetivo informar y psicoeducar, no cumple con criterios diagnósticos ni se debe considerar como referencia única, es importante que profesionales de la salud mental y emocional puedan evaluar tu caso para llevar una mejor atención y seguimiento.

Referencias:
Asociación Mexicana de Suicidología A.C. (26 de enero de 2025) La conducta suicida no es
solo una manera de conseguir atención. Guardianes informados.
https://guardianesinformados.com/app/news/129/details
Méndez-Romero, Nancy Arely. (2024). Narrativas de la conducta suicida en mujeres
estudiantes de una universidad pública en México [Narratives of suicidal behavior in female
students at a public university in Mexico]. Rev Salud Pública (Bogotá). doi:
https://doi.org/10.15446/rsap.v26n6.116184
Pérez G. A. y Cortés M. L. (1996). Relación entre la Conducta Suicida y el Concepto de
Muerte. Rev. Psicopatol. Psicol. Clin. Vol. I. No. 3, pp. 241-251.
https://doi.org/10.5944/rppc.vol.1.num.3.1996.3826

Acerca del autor

Valeria Rocha
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Psicóloga y Terapeuta de Esquemas con experiencia en la práctica clínica, educativa y social, especializada en bienestar integral de las mujeres desde una mirada feminista. He impartido cursos de sexualidad y gestión emocional en México y Santiago de Chile. Articulista y tallerista en Entérate Mujer. Actualmente acompaño a mujeres en sus procesos de crecimiento y sanación a través de consultas virtuales.

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Valeria Rocha

Psicóloga y Terapeuta de Esquemas con experiencia en la práctica clínica, educativa y social, especializada en bienestar integral de las mujeres desde una mirada feminista. He impartido cursos de sexualidad y gestión emocional en México y Santiago de Chile. Articulista y tallerista en Entérate Mujer. Actualmente acompaño a mujeres en sus procesos de crecimiento y sanación a través de consultas virtuales.

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