Abigail Bolaños

Por mucho tiempo me han hecho pensar que exijo demasiado en el amor, que soy complicada y que debo aprender a aceptar lo que hay y a las personas -sobre todo a los hombres- tal y como son.

He llegado a pensar que el problema soy yo, ¿será mi forma de amar? ¿será que pedir lo mínimo indispensable es una utopía y simplemente debería rendirme?

Por años me mantuve sumergida en la idea de un amor -heterosexual- que me costaba más a mí emocionalmente que a mis parejas. Un amor que “perdona”, que “entiende”, uno “compasivo” siempre con ellos a pesar de que yo no fuera realmente escuchada y validada, pero vamos que hay que darlo todo por amor, ¿no? Porque claro, la perfección no existe, ¡que osadía la mía al pedir algo recíproco y sano!

Para quienes me han leído en los últimos meses, saben que el tema del amor ha sido protagonista en mi mente tratando de sentir y priorizar mis emociones. Entender este sentimiento y las relaciones heterosexuales –desde el feminismo– se ha vuelto un reto para mí en un mundo que está enfocado en responsabilizar a las mujeres de los malos actos de los hombres.

El amor es demasiado complicado a través de los ojos del patriarcado y la carga que llevamos nosotras de manera histórica. La misma carga que han llevado nuestras madres, abuelas, bisabuelas y el resto de nuestras ancestras tratando de maternar, salvar y servir en todos los sentidos a los hombres.

“Que la vida se vive una sola vez”, que, “si es el amor de mi vida” y que “no todo es perfecto, pero que hay que amar sin medida y sin reservas”; me parece un discurso sumamente peligroso, que encamina al conformismo y en algunos casos a la romantización de la violencia.

Y es que, la realidad que miles de mujeres no asumimos es que sabemos perfectamente que la mayoría de nuestras relaciones sexo-afectivas no las sentimos recíprocas en lo indispensable. Cosas tan simples como la fidelidad se vuelven debates eternos entre hombres y mujeres acerca de lo que ellos y nosotras consideramos que está bien y lo que no lo está, pero en palabras simples: entre lo que al final nos hace ser “tóxicas” y lo que no.

Lo que nos convierte en “tóxicas” básicamente es todo lo que nos provoca inseguridades y logramos verbalizar en un intento por cambiar la situación. ¿Que acaso te hace sentir insegura que tu pareja siga a cientos de mujeres en bikini y ropa interior (solo para sexualizarlas)? ¡Que tóxica! ¿Sientes que no te escucha o que no le toma importancia al vínculo afectivo? ¡Lo sofocas! Eres muy “intensa” y no lo dejas respirar.

Mientras nos sentimos insuficientes, aterradas e inseguras y nos cuestionamos si realmente estamos “locas” o no, también nos convencemos de que regularmente nosotras “exageramos” la situación y somos -nosotras- las que tenemos la obligación de trabajar en nuestra autoestima y confianza -como si el problema fuera que “exigimos demasiado”-.

Nos enseñan más a darlo todo por “el amor de nuestras vidas” adaptando nuestros proyectos y sueños a una pareja, potencial marido y posible familia, que a amarnos a nosotras mismas y priorizar a otras mujeres.

En el fondo la mayoría sabemos cuando nuestra pareja no nos da lo mínimo indispensable y nuestra intuición nos dice que por mucho que amemos a esa persona, no nos está dando lo más básico: seguridad, respeto, confianza, lealtad, comunicación, empatía y responsabilidad afectiva. Lo sabemos, y lo negamos porque creemos que tal vez no haya alguien que pueda darnos ese mínimo, como si de una utopía se tratara. Nos conformamos “porque el amor no es perfecto” y tal vez la relación no sea la peor de todas.

Estoy de acuerdo en que el amor no es perfecto porque los humanos tampoco lo somos, pero detrás de esta idea, se escudan la mayoría de los hombres para manipular, ser irresponsables afectivamente y lastimar a sus parejas sentimentales.

El sistema en el que vivimos, nuestras familias, la televisión, y la sociedad completa nos ha inculcado esto, tampoco pensemos que el fenómeno ha sido idea de alguna de nosotras que por la mañana se le ocurrió la maravillosa idea de amar a través del amor romántico. Sin embargo, una vez racionalizado; debemos entender que si seguimos conformándonos, seguiremos manteniendo relaciones sexo-afectivas que nos dejen cada vez más exhaustas, cansadas, y con más inseguridades.

Probablemente sí soy exigente, pero si una persona no me puede ofrecer lo mínimo indispensable y más que eso, entonces no quiero nada; porque me estaré traicionando a mí misma, a lo que yo me doy y a lo que soy día a día.

Soy fiel creyente de que vale la pena dejar un “amor” mediocre que en el fondo sabes que no te da lo suficiente, aunque duela un tiempo; a quedarte y perderte a ti misma, así como a todo lo bueno que la vida te prepara.

No eres difícil de amar, solo no te conformas y mereces a alguien que valga la pena.

Acerca del autor

Abigail Bolaños
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Comunicadora inconforme, activista feminista y escritora de sueños.

Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación y especialista en capacitación. Me encanta estudiar teoría feminista y luchar colectivamente por una vida digna para todas las mujeres. Dentro de mis varios trabajos, coordino Entérate Mujer, imparto talleres para distintas organizaciones y gestiono proyectos sociales que promueven los DDHH, la educación, así como la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres.

Acerca del Autor

Abigail Bolaños

Comunicadora inconforme, activista feminista y escritora de sueños. Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación y especialista en capacitación. Me encanta estudiar teoría feminista y luchar colectivamente por una vida digna para todas las mujeres. Dentro de mis varios trabajos, coordino Entérate Mujer, imparto talleres para distintas organizaciones y gestiono proyectos sociales que promueven los DDHH, la educación, así como la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres.

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